La utilización de la respiración como método para lograr un estado meditativo es muy antigua. No solo en Yoga, también en el budismo (artes marciales, zen, budismo tibetano, vipassana…), el taoismo, los sufíes, los monjes hesicastas…; todos estos sistemas utilizan la respiración y, sobre todo la atención a su movimiento y su “manipulación”, con el objeto de progresar física y espiritualmente.
Hay que terner en cuenta que el movimiento respiratorio es uno de los pocos que pueden efectuarse tanto a nivel consciente como inconsciente, y en yoga se supone que sirve de puente de unión entre el aspecto mas grosero (físico) y el mas sutil (espiritual) del ser humano.
Por otro lado, en todas las tradiciones, pero especialmente en las orientales, el control de la respiración se asocia con el control de la energía básica, entendiendo como energía básica, la energía primordial que es común a toda otra manifestación de energía, es decir, aquello que forma el substrato de las energías electromagnéticas, atómicas, gravitacionales, etc.
La nueva física persigue desde hace tiempo una “teoría unificada” que daría explicación racional a este concepto de energía básica.
En cualquier caso, este concepto se conoce en las distintas tradiciones espirituales de forma intuitiva, dándole nombres como “ki”, “chi”, “orgon”, “prana” o “kundalini”.
Repito, nada de todo esto ha sido demostrado cientificamente, pero ello no impide que los individuos dentro de sus tradiciones espirituales experimenten hechos reales que, mas tarde, justifiquen con explicaciones basadas en una energía universal.